Desarrollar una cartera de inversiones implica conocer las necesidades específicas de una persona, una familia o una empresa. Latinoamérica atraviesa momentos de incertidumbre económica y social, y en este contexto, prever cuál es la real necesidad de cada inversor, se vuelve importante y urgente.
Mariano Sardáns, CEO de la gerenciadora de patrimonios FDI sostiene: “No hay una cartera común para todos los inversores. Pero sí hay criterios comunes para construirla”. En este sentido, detallamos algunos puntos clave que el experto internacional, considera oportunos tener en cuenta:
Tampoco hay diez carteras posibles para todos los inversores. “El modelo para masificar y estandarizar la atención que aún proponen muchos bancos y brokers en América Latina, de obligar a los inversores a elegir entre una cartera conservadora, moderada y agresiva,- ya es considerado mala-praxis en Europa y EE.UU. Cada inversor se merece su propia cartera, y ésta debe ajustarse a sus particularidades y necesidades”, comenta Sardáns.
“Con casi 25 años gerenciando activos, la experiencia nos demuestra que el diseño de una cartera puede llevar desde una sola reunión de una hora, hasta varias reuniones y definiciones que quizás podrían llevar meses”, sostiene el CEO de FDI.
“Para aquellos inversores que tienen sus propias empresas o participaciones societarias, también esta parte del patrimonio y sus flujos, deben incorporarse en el análisis. Cuando hablo de flujos me refiero tanto a sueldos, dividendos y/o honorarios que recibe el inversor, como a aportes y préstamos que eventualmente está comprometido a hacerle a la empresa.”, asegura.
O sea que la mejor inversión del cliente es su empresa, su comercio y/o su puesto de trabajo”. Según lo que Mariano Sardáns afirma, la cartera debe estar estructurada de forma tal que le permita a la persona “dormir a la noche”, así al otro día, puede hacer foco en donde genera su dinero.
El CEO de FDI reflexiona: “Son muchos los empresarios que hemos conocido en Latinoamérica, que de un día para el otro se dieron cuenta que sus ahorros habían quedado enterrados en sus empresas. Por otro lado, y como los libros de economía nos enseñan, no hay nada más caro que el capital propio. Una vez que el dinero propio se coloca en la empresa, hace falta pasar por el impuesto a las ganancias de la compañía para volver a recuperarlo. Por el contrario, el costo del dinero prestado es deducible de este impuesto. De ahí que a nuestros clientes les explicamos que, en muchos casos, es más conveniente que sus empresas funcionen con capital de trabajo proveniente de financiación de terceras partes, que utilizar el capital propio”.
En otras palabras, cada elección implica resignar algo y es importante saberlo:
a) Las inversiones en acciones fluctúan de precio y aunque técnicamente es la inversión más rentable en el largo plazo, el inversor debe estar dispuesto a soportar caídas temporarias de hasta el 50% de su valor. Estos son los momentos en los que hay que contar con estabilidad emocional ya que, a menos que haya otra alternativa en acciones más baratas, jamás hay que salir/vender ya que sino significaría convalidar y realizar la pérdida. Inversores que no estén preparados para soportar estos momentos, jamás debiesen invertir en acciones.
b) Los bonos, aunque sus fluctuaciones son inferiores al de las acciones, requieren de una metodología de inversión y reinversión que debe seguir una estrategia y la disciplina de cumplirla. Al mismo tiempo se debe hacer foco en reducir y/o eliminar los costos y comisiones, que en este tipo de inversión llegan a erosionar hasta el 25% de la rentabilidad bruta. Lamentablemente, en la mayoría de los casos, los inversores son asesorados por profesionales que están en contraposición de sus intereses.
c) Los inmuebles, a diferencia de lo que dice el mito popular, sí fluctúan de precio, tal cual lo hace un bono. Lamentablemente, en muchos países de América Latina no hay un registro público (como sí lo hay, por ejemplo, en los EE.UU.), que refleje las fluctuaciones que hay en los precios. Por otro lado, en los inmuebles se hace diferencia aprovechando los ciclos económicos, tal como se hace con las acciones. El secreto es salir/vender cuando las valuaciones están caras y entrar/comprar cuando técnicamente están baratas. “El problema con los inmuebles es que las personas tienden a enamorarse de los mismos y pierden el momento del ciclo donde conviene venderlos. Adicionalmente, el costo transaccional es alto y los tiempos de venta son largos (nula liquidez), lo cual podría significar convalidar una pérdida para poder salir de la inversión”, sostiene Sardáns.
Así y de acuerdo a estos datos, es como se diseña y estructura una cartera de inversión. Respecto de este punto, Mariano Sardáns, asegura que estos flujos son dinámicos y cambian de acuerdo a las circunstancias. “En ciclos, pasamos de ahorrar a gastar parte de los ahorros en gastos proyectados y/o inesperados, para luego reacomodarnos y volver a ahorrar. Por eso es que la clave es mantener el foco puesto en los objetivos, pero siempre preparados para recalcular; de ahí la importancia de la liquidez de las inversiones”.
Los sistemas tributarios de todos los países contemplan variadas formas para evitar impuestos, reducirlos o directamente diferirlos en el tiempo. Una correcta planificación financiera e impositiva es lo que permitirá evitar el camino más gravoso desde el punto de vista tributario.
Y donde la industria del juicio se agiganta, comienza a ser vital el uso de vehículos legales que permitan lograr que los activos estén a resguardo y protegidos del ataque de terceros. “Observamos que muchas personas se están replanteando la cotitularidad de sus activos al darse cuenta de que los actos o problemas de sus hijos, padres o familiares pueden afectar a los bienes propios”, afirma Sardáns.
Que hasta ahora elige la mayoría de las personas cuando tiene su dinero en el exterior. El uso de fideicomisos, trusts y sociedades patrimoniales comienza a popularizarse ya que permiten, de una forma muy flexible, que lo propio continúe siendo “propio” hasta último momento, y a partir de ahí dejárselo a quien cada uno quiera, en los tiempos y formas que quiera.
Como vimos, son varios los aspectos importantes que debe tener en cuenta una persona al momento de replantearse cómo organizar su cartera de inversión. Son una multiplicidad de factores y su implicancia entre sí, los que determinarán el camino a seguir. Difícilmente, pueda funcionar una “cartera estándar”.
Cuando entendemos que todos los activos y el patrimonio deben considerarse, así como los efectos tributarios y de protección de activos, nos queda claro que la “personalización” es la clave cuando se trata de armar una cartera de inversión. Algunos ya lo empiezan a llamar “arte”.
FDI gerencia patrimonios y brinda soluciones que permiten eficientizar y proteger los bienes de sus clientes. Cuenta con tres oficinas en Uruguay, Estados Unidos y Argentina, desde donde brindan atención a clientes de 14 países residentes en Latinoamérica, Estados Unidos y Europa. FDI Gerenciadora de Patrimonios se encarga desde la instrumentación de las plataformas que necesitan sus clientes para manejar sus saldos transitorios, hasta la ejecución de sus inversiones, pasando por la planificación financiera, tributaria, sucesoria y la estructuración de los vehículos legales para proteger sus bienes.
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