El concepto que se tenía de la RSE, ya no es el mismo. Hoy por hoy, el compromiso de las empresas ha evolucionado. ¿Y qué significa esto? Negocios más responsables, comprometidos con el objetivo de generar impacto en tres niveles: económico, social y ambiental.
Pero ¿de qué manera se construye una empresa que apunte a la obtención de triple impacto? Y ¿cómo esto redefine la idea de lo que implicaba la RSE?
“Ya no podemos ser meramente espectadores del presente, sino que tenemos que convertirnos en agentes de cambio, para crear el futuro que queremos vivir”, nos explica Stephanie Dragotto, directora Ejecutiva de KOGA Impact Lab, empresa social cuyo propósito es acelerar el desarrollo promoviendo emprendimientos y proyectos con impacto.
En los últimos años, hemos vivido procesos de cambios acelerados no solo a nivel social y/o económico, sino también en la forma de hacer negocios. Hoy existe un nuevo enfoque cuando hablamos de cómo una empresa puede generar impacto en su comunidad y en el mundo.
Con la pandemia, nos dimos cuenta de que lo que conocemos como RSE no es sustentable, si no está realmente incorporado en el ADN de la propia organización. Y para que así sea, nuestras acciones, la forma en que operamos, nuestro propósito como empresa debe estar centrado en el impacto en tres niveles: lo social, económico y medioambiental.
De esta forma, el compromiso debe ser parte inherente de la cadena de valor de las empresas, y no solamente una actividad de marketing o asistencialismo.
Una empresa comprometida con la generación de triple impacto enmarca todas sus actividades teniendo en cuenta el impacto como brújula. Por ejemplo, al desarrollar un nuevo proyecto nos planteamos objetivos concretos de ventas, alcance, cobertura, entre otros.
Pero también nos planteamos objetivos de impacto: cantidad de personas formadas, que el X% de nuestro merchandising sea eco friendly, compensar nuestra huella de carbono, etc.
Como empresas comprometidas, tenemos que derramar estas prácticas no solamente a nuestros colaboradores directos, sino también a nuestros clientes, nuestros proveedores y nuestros aliados, de forma a generar un impacto aún mayor en nuestras actividades.
En Koga trabajamos para que cada vez haya más empresas comprometidas con mejorar su impacto. Por eso, desde nuestro trabajo con emprendedores, siempre promovemos la adopción de nuevos modelos económicos más sostenibles desde el inicio de sus operaciones.
Además, Koga, es una empresa B que incentiva a emprendedores y empresas a ser los mejores para el mundo. De hecho, somos la primera empresa que se certificó como empresa B en Paraguay. Desde el 2012, aceleramos el desarrollo promoviendo emprendimientos y negocios con impacto.
Ser una empresa B es tener un compromiso no solo con nuestros colaboradores, sino también con nuestros clientes, aliados, proveedores y el planeta. Cada vez que trabajamos con un nuevo cliente, nos aseguramos de que el proyecto que llevamos adelante siempre tenga un triple impacto: económico, social y ambiental.
Como mencioné al inicio, hoy por hoy estamos pasando por diferentes procesos de cambio: seguimos lidiando con los efectos de la crisis sanitaria y económica, así como una agudizada crisis ambiental e incluso social. Sin embargo, tenemos que ser capaces de abrazar la incertidumbre y mirarla con nuevos ojos.
Es cada vez más difícil prever el futuro, por eso, tenemos que permanecer abiertos a experimentar y aprender nuevas formas de hacer las cosas. La creatividad y la agilidad en el cambio son los mejores aliados para este momento.
Ya no podemos ser meramente espectadores del presente, sino que tenemos que convertirnos en agentes de cambio, para crear el futuro que queremos vivir.
Para muchas empresas, migrar a un modelo de trabajo más sostenible puede significar grandes inversiones en términos de tiempo y de dinero. Sin embargo, los beneficios que conseguimos con esto son mucho más interesantes tanto a nivel ambiental, de reputación y sociales.
De hecho, los clientes cada vez más tienen en cuenta el impacto de los productos o servicios que consumen al momento de decidir por uno u otro. Por lo tanto, finalmente será el propio consumidor responsable el que nos haga tomar mejores decisiones de negocios para satisfacer mejor sus necesidades, sin descuidar nuestro impacto.
Hoy por hoy, la clave está en identificar cómo podemos crear valor compartido con todos nuestros stakeholders y velar por nuestro impacto en el mundo.
No tenemos que olvidarnos del propósito de nuestra empresa: es esencial que podamos seguir alineados al porqué hacemos las cosas que hacemos.
Tenemos que transmitir estos valores porque al exteriorizarlos también acercamos a las personas que comparten los mismos principios (posibles colaboradores) y logramos hacer mejores negocios (clientes comprometidos igual que nosotros) con un mejor impacto en el mundo.
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