Diversos factores externos, internacionales, biológicos, climáticos y comerciales, influyen en la definición de un contexto incierto de la economía. No obstante las complejidades que estas variables plantean, existe cierto optimismo ante las oportunidades que se abren.
Conversamos con Rubén Ramírez, presidente de Interfisa, para reconocer y entender el panorama económico que se nos presenta este año, así como las posibles tendencias a las que nos podemos anticipar.
¿Podría hablarnos de cómo observa el escenario económico actual?
El escenario económico plantea una serie de desafíos relacionados a la conducta de la economía global, derivado del impacto del covid-19 y sus efectos. Además de las necesarias medidas de distanciamiento social se adoptaron una serie de medidas económicas como estímulos fiscales que en este momento se están retirando por parte de las principales economías del mundo.
Estas medidas tienen un impacto significativo en cuanto a la inflación. Hemos visto que la logística global tiene una demora sustantiva porque se tuvo que retardar, con todo el mecanismo de entrega de productos, la crisis denominada de los contenedores, que sigue siendo un gran desafío para el mundo.
Por otro lado, tenemos un menor crecimiento económico previsto para este año, donde una nueva variante del virus vuelve a impactar.
Obviamente la recomposición de las economías se da mucho más lentamente.
Por ejemplo, la crisis de los semiconductores o de los chips, que tiene impacto en el desarrollo de la industria de la telefonía celular, de la industria automotriz, de muchísimas partes de maquinarias y tecnología, también genera una condición compleja.
Debido a esto, muchos bancos centrales están adoptando medidas acomodaticias para contrarrestar esa inflación y por lo tanto vamos a ver un encarecimiento importante en los costos de las divisas, el costo del dinero. Y sí, son medidas necesarias pero que sin embargo lo más delicado es alcanzar un equilibrio entre la necesaria demanda de medidas que produzcan un incremento del consumo y que haya un nivel de equilibrio en cuanto a la inflación.
Muchos países batieron récords históricos, por ejemplo, después de 40 años EE. UU. Tiene una inflación del 7%. Traspolando esto a nuestro país, se le suma el factor del cambio climático, que impacta no solo con serios daños a la producción agrícola, con expectativas bastante significativas en nuestro sector de exportaciones y, por lo tanto, del ingreso de divisas; sino que se suma otro elemento a la logística que es la disminución de la capacidad de navegación de los ríos Paraguay y Paraná. Con costos sustantivos.
En este escenario, una subida de precio de la energía y de combustibles fósiles, el petróleo, la gasolina, el gasoil, también tienen un impacto significativo y como consecuencia vamos a tener – ya estamos enfrentando – un año con muchos desafíos derivados de fenómenos sanitarios, biológicos, ambientales, que tienen que ver con la reactivación global en un choque de oferta y demanda.
A estos desafíos, y en este contexto que describe, ¿de qué manera cree que las empresas podrían responder para que el impacto sea lo menos negativo posible?
Hay varias medidas que son fundamentales. En primer lugar, el desarrollo de una buena estrategia de logística, que permita movilizar los recursos en el mercado; el manejo eficiente del stock es otro de los puntos clave, tanto para exportadores como importadores, para productores agrícolas, agropecuarios, como industriales.
Toda la cadena, hoy día, es un tema que tiene una incidencia muy importante en los costes de producción y de comercialización.
El segundo elemento, es que en la producción primaria, agrícola y ganadera, agropecuaria, hay cada vez más que desarrollar inversiones en infraestructura. Vemos que los ciclos climáticos de sequía e inundaciones se repiten año tras año, por lo que buenos sistemas de riego, de contención en escenarios sumamente complejos de altas temperaturas y escasas lluvias, se convierte en otro elemento que hay que trabajar de forma muy importante.
Un tercer elemento es trabajar en una previsión importante de los costes financieros. El endeudamiento de las empresas debe hacerse dentro de un flujograma presupuestario que contemple todos los riesgos asociados a los negocios. Hablamos de que estamos en un momento muy especial, donde el desarrollo tecnológico tiene desafíos desde el punto de vista de piratería informática, ataques cibernéticos, el hurto de información, etc.
Además de aquellos factores que mencioné que tienen que ver con situaciones geopolíticas más complejas, que obviamente nos llevan a entender que las tensiones geopolíticas globales (China, EE. UU., Ucrania, Rusia, Unión Europea) también generan tensiones en la definición de los mercados. Por lo tanto, hay que tener en cuenta que esto va a perdurar y que la inestabilidad del mundo financiero global, la volatilidad de la movilización de recursos y de dinero hace que haya que tener mucha precaución presupuestaria y se pueda generar previsiones y análisis de riesgo a los que se suman los biológicos, tecnológicos, el riesgo climático mencionados.
Y, obviamente, la necesidad de apostar al capital y talento humano para que estos riesgos puedan atenuarse y elaborar una estrategia de proyección mucho más orientada a transitar un año complejo.
Lo bueno puede ser, por ejemplo, como estamos viendo ya con Argentina que levanta restricciones de tránsitos por medida sanitaria. En la medida en que podamos resolver y homologar las disposiciones de circulación internacional, vamos a poder volver a ser anfitriones de movilidad, de personas, de bienes y de servicios. Mejorando los servicios hoteleros, de transporte, entre otros elementos de un sector que puede ir paliando el menor movimiento de la producción agrícola y agropecuaria.
El sector del turismo puede tener un movimiento interesante en la medida en que vaya disminuyendo las dificultades de circulación de personas. Pero sigue siendo la COVID-19 una variable compleja, por la variedad de contagios y decesos que estamos viendo no solo en Paraguay sino en toda la región.
Considerando estos aspectos, en un escenario que aún se muestra incierto, ¿sería complicado hablar de expectativas de crecimiento de la economía en los próximos tiempos?
Las expectativas de crecimiento para nuestro país, por lo mencionado, tienen una serie de desafíos muy importantes.
No obstante, la economía paraguaya tiene sólidos fundamentos macroeconómicos. Estos sólidos fundamentos macroeconómicos nos permiten ver que las medidas adoptadas por el Banco Central del Paraguay en materia de política cambiaria nos plantea un escenario de mucho más previsibilidad que el resto de la región.
Sin embargo, hay algunos aspectos que por ser derivados de externalidades sobre las que no tenemos influencia, por ejemplo, el costo del combustible, la inflación de otras economías, el menor crecimiento económico en todo el planeta, el desarrollo de nuevas variantes de COVID-19, etc. son imprevisibles pero deben formar parte de la variable de la ecuación.
Entonces, sí creo que la economía paraguaya, con estos sólidos fundamentos macroeconómicos, tiene la capacidad de ofrecernos mucha previsibilidad. Con niveles de incertidumbre que se relacionan con estas otras variables, pero que en una matriz de riesgo y con el cumplimiento del programa de inversiones y de acción comercial productiva o de servicios, pueda atenuar su impacto.
Creo que Paraguay sí va a crecer este año, veamos cómo se comporta ese crecimiento.
Y hay que observar que el Estado pueda realmente sostener la disciplina de un gasto eficiente, de un gasto público, de una mayor capacidad de inversión que va a ser necesaria para la reactivación de la economía y del incremento del consumo, así como del bienestar ciudadano. Que hay segmentos sociales más vulnerables que deben ser atendidos en esta etapa tan compleja.
Todavía es temprano, vamos a ver cómo se comporta el clima. Tenemos inestabilidades climáticas impredecibles, hay variables que pueden darnos respuestas positivas.
Hoy por hoy, el crecimiento va a ser menos dinámico que el proyectado inicialmente, los principales organismos financieros internacionales han previsto un menor crecimiento para el mundo. CEPAL, un menor crecimiento para la región. Y el Banco Central está revisando el 3.7% previsto para este año, porque en esta coyuntura actual va a ser difícil alcanzar esos índices.
La mayor preocupación va a ser contener la inflación y contener la inflación necesita de una administración muy disciplinada para no impedir u obstaculizar el crecimiento de los negocios en el país, y el crecimiento económico que todos deseamos.
En la actualidad, ¿cómo pueden las empresas apoyarse en el sistema bancario para encontrar respuestas o soluciones que permitan acompañar los deseos de inversiones o desarrollo de nuevos negocios?
El sistema financiero tiene una solidez en cuanto a solvencia y en cuanto a liquidez, que era una de las variables más preocupantes durante el 2020 y el 2021. Salió muy bien parado el sistema financiero, ofreciendo una serie de soluciones para las empresas, con mayores plazos.
Sin embargo, en este momento, debido a las medidas adoptadas de incremento de las tasas de referencia – la tasa de política monetaria del Banco Central de 5 puntos – es cuando hay que empezar a perfilar esa deuda y las condiciones de refinanciamiento.
Hay acciones importantes de parte del Estado, poniendo línea a AFD, Fogapy, BNF (que empezó a dar créditos a Mipymes y a generar mejores condiciones financieras) y el sector financiero privado paraguayo que está dando pasos muy importantes en cuanto al desarrollo tecnológico para atender cada vez con mayor cantidad de productos tecnológicos y sofisticados la demanda de las empresas.
Empezar a trabajar juntos, con cada empresa, con cada cliente, sobre su perfil financiero, es clave.
El tema de la educación financiero es otro factor donde el sector financiero está actuando de manera bastante decidida y activa. Entonces, creo que el sector tiene condiciones para llevar adelante estos desafíos.
Por último, ¿hay alguna recomendación que quiera compartir con otras empresas?
Creo que lo más importante en este momento es que podamos disminuir el impacto de la crisis sanitaria, protegiéndonos, cuidándonos todos, evitando el hacinamiento, siguiendo los protocolos, etc. Pero al mismo tiempo, empezar a trabajar con una prudencia sustantiva ante un escenario de mucha incertidumbre y volatilidad.