En el libro “No Más Pálidas. Cuatro actitudes para el éxito” traté de dar mi opinión sobre lo que es el éxito. Quiero citar el libro en la página 30:
Cuando se habla de éxito muchas veces se lo asocia a dinero o a posesiones materiales. El dinero puede ser parte del éxito y muy a menudo una consecuencia, pero no es su esencia. Cuando menciono éxito en este libro me refiero a un estado especial de felicidad interna relacionado con los logros y la conquista de desafíos, me refiero a la autorrealización, a victorias personales y colectivas.
Estos desafíos son distintos para cada individuo. Lo que para unos puede ser un éxito, para otros, dependiendo de sus deseos e intereses, sus capacidades distintivas, de las oportunidades que tengan o del ambiente en el que se desarrollen, puede no serlo. En definitiva, se trata de metas a lograr. De cimas a conquistar. Y cada persona tiene sus propias cimas. [1]
Cada persona tiene sus propias cimas… y, además, cada persona define sus propias cimas, se propone sus propios desafíos, sus metas. Así que, cuando hablamos de éxito, estamos hablando de la conquista de esas cimas: hablamos de logros.
Entonces, cuando hablamos de éxito, hablamos de logros. Esa es la primera definición. Pueden ser logros de cualquier naturaleza… para algunos será fama, dinero o posesiones materiales. Para otros serán otras cosas, como llevar adelante un invento, instalar un proceso, tocar un instrumento musical, lograr hablar un idioma… el asunto es cruzar esa meta, llegar a esa cima deseada.
El éxito no es a cualquier precio
El segundo lugar, el éxito del que yo hablo, es el éxito que me gustaría llamarlo “genuino”. No es ganar la carrera haciéndole la zancadilla al colega. No es por cualquier medio que llegamos al logro. No vale todo. El cómo es muy importante. El éxito no es “a cualquier precio”.
Citando nuevamente a “No más pálidas. Cuatro actitudes para el éxito”:
La manera de construir el éxito no es trivial. El fin no justifica los medios… no se trata de ganar a cualquier precio. Para ser exitoso, se debe ganar con la conciencia limpia…
Se trata de lograr éxito genuino, de experimentar la felicidad del logro justo. Se trata de esa sensación interna de la cosa bien hecha. Se trata de la excelencia como valor y del valor de la excelencia. Se trata de la honestidad con todos y, más profundamente, con uno mismo. Se trata del respeto a los demás y con uno mismo. Se trata de emociones sanas. Cuando hablamos de todo esto, hablamos de valores…
Hay un cuento de un taxista de Nueva York que me gusta mucho. Resulta que un día un señor llega a Manhattan y toma un taxi desde el aeropuerto al hotel. Cuando entra a su habitación, se da cuenta de que perdió la billetera… Pocos minutos después, el teléfono suena y desde la recepción le avisan que alguien pregunta por él en el lobby. No esperaba a nadie, pero igual baja y, para su sorpresa, se encuentra con el conductor del taxi, que se presenta, le muestra la billetera y le dice: “Me parece que esto es suyo”. El hombre no lo podía creer. Abre su billetera, comprueba que está todo allí y alegre y agradecido, intenta sacar un billete para darle una recompensa, a lo cual el taxista lo interrumpe:
“No, señor, por favor, no me dé nada”.
Pero saca una libretita y un pequeño lápiz de su bolsillo y le dice:
“¿Le puedo pedir un favor?”
“Sí, claro”, dice el hombre.
“¿Me puede decir todo lo que tiene en la billetera?”
El hombre, extrañado, comienza a detallarle lo que hay: dos tarjetas de crédito, 150 dólares…, etc. Mientras tanto, el taxista hace anotaciones en su libretita. El hombre, intrigado, le pregunta:
“Disculpe, ¿qué es lo que está escribiendo?”
El taxista responde:
“Simplemente llevo la cuenta de lo que me cuesta ser honesto…”
He contado muchas veces esta historia, porque muestra que ser honesto tiene sus costos y uno de ellos es el dinero. Si uno quiere tener una empresa, un emprendimiento de largo plazo, tiene que saber que surgirán situaciones “tentadoras” como la que le surgió al taxista. Si uno es honesto de verdad, debe dejar de lado esas tentaciones y perder dinero. Hay que estar preparado para esto.
Así que la segunda característica del éxito es que sea genuino. No vale todo para conseguir un resultado. Hay gente que consigue logros en forma deshonesta. Para mí esos no son exitosos, son deshonestos.
Lo que es éxito para unos no lo es para otros
Y, por último, la tercera característica del éxito es que es relativo. Lo que es éxito para unos no lo es para otros. La mejor lección de que el éxito es relativo, me la dio una persona que estaba en el público de una conferencia que había dado. Al final de la conferencia se acercó a mí. Era una señora que estaba con su mamá y me empezó a contar que, cuando yo había hablado del éxito en la conferencia, ella se puso a pensar cuál era su éxito. Y me contó que tenía una hija que había nacido con un problema físico muy muy grande. Los médicos le habían dicho que no había nada que hacer. Pero ella sintió que no podía darse por vencida. Así que me empezó a contar todo lo que había hecho. A medida que me explicaba, ella misma iba identificando las actitudes que había tomado frente a la situación. Y ella misma me fue repasando la charla que yo había dado sobre las actitudes y el éxito. Y me fue explicando sobre su actitud positiva, su actitud de responsabilidad, su actitud de mejora y la actitud de equipo (porque allí estaba su madre, al lado de ella, una de las personas que había trabajado codo a codo con ella para ayudar a su hija). Y remató diciéndome: “Sabe Enrique, mi hija hoy canta canciones en 3 idiomas. Ese es mi éxito”. Y se le llenaron los ojos de lágrimas… a ella, a su mamá y a mí, se me hizo un nudo en la garganta. Por eso el éxito es relativo.
Cada uno sabrá el desafío que se propone, las metas que quiere lograr y la actitud con la que va a enfrentar el contexto para hacer que esa meta se cumpla. Quizás esa sea una de las reflexiones más importantes que cada uno deba hacer: decidir para sí mismo, qué es ser exitoso.
Me encanta aclarar este tema del éxito porque mucha gente se confunde y en el mundo latino, en particular, muchas veces penalizamos el éxito sin entender cuánto costó llegar a la cima.
A final de cuentas no he conocido a nadie que no quiera ser exitoso. Muchos no quieren ser famosos, pero ese es otro tema. Todos queremos conquistar alguna cima. Cada uno se propondrá la cima que quiera conquistar. Y cada uno sabrá de qué índole es. Y eso está bien porque somos todos diferentes en nuestra naturaleza y todos deseamos cosas diferentes.
El éxito son los logros que tienen que ser genuinos y que siempre serán relativos.
Disfruto mucho conocer gente exitosa.
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