Lasca cuenta con 85 años en el mercado paraguayo, acercando calidad a los hogares como resultado de una gestión seria y comprometida con el producto final.
Vicente Scavone, vicepresidente de la compañía, identifica las principales fortalezas de esta, las cuales tienen su origen, principalmente, en la visión fundacional, que ha sabido perdurar aun con el paso de las distintas generaciones.
Con los objetivos iniciales claros, Lasca se ha posicionado y consolidado en su rubro y en el país, apostando siempre a la innovación. “Tenemos mucho aún por crecer, estamos lejos del techo de Lasca y de la industria local”, afirma, al respecto, Scavone.
En el caso de Lasca, creo que su fortaleza viene de la visión del fundador, la cual supo transmitir a sus hijos y colaboradores. Al comienzo, los funcionarios eran menos, como 50 personas. Pero eran buenos trabajadores y la empresa se convirtió en una gran familia, la cual se preocupaba por ellos. Creo que esa fue una de las bases para crecer relativamente rápido.
Otro aspecto importante, es que la visión de crecimiento no estaba sujeta a beneficios políticos; los fundadores pensaban en crecer del propio esfuerzo, sin depender del Estado, sino de manera independiente, reinvirtiendo en la compañía.
Mucho. Lasca siempre avanzó preguntándose qué más había por hacer, cómo mejorar los procesos y qué nuevas tecnologías se podían incorporar a Paraguay, aun con las limitaciones que podríamos tener como país, como la mediterraneidad o un posicionamiento de los productos inferior al que podían tener aquellos hechos en otros países, como Argentina, Brasil o Chile.
Podría hacer referencia de algunos hitos de lasca, ya de la generación anterior. Primero, la construcción de este laboratorio. Cuando el mismo se construyó, en 1967 – en 1968 se inauguró – esta zona era un desierto.
El fundador tuvo la visión – hoy diríamos acertada – de construir un laboratorio donde crecía el país, aunque en aquel entonces esto no fuera más que un baldío de casi 3km. Él miró a las grandes ligas, digamos, trayendo incluso planos del extranjero.
Otro hito fue, en 1980, la inauguración de la primera área estéril de Paraguay. Anteriormente, se elaboraban productos con los mejores cuidados posibles, pero no en un área estéril. Lasca fue la primera en contar con este espacio. Así, se pudieron hacer productos que solo nuestro laboratorio tuvo, por varios años.
Con el tiempo fuimos incorporando certificaciones, lo cual luego nos permitió crecer en la exportación de productos, haciéndolos llegar, por ejemplo, a Chile, a Ecuador, Bolivia, etc.
También habría que mencionar lo que no solo fue un hito para Lasca, sino para la industria farmacéutica paraguaya. Siete años atrás, nos embarcamos a lo desconocido: vimos la posibilidad de que nos transfieran biotecnología. Era algo que no pensamos que podría pasar, por las condiciones del país. Sin embargo, fuimos haciendo esa transferencia de tecnología de manera muy confidencial. Al mismo tiempo, realizamos una alianza con un laboratorio argentino de biotecnología, a quien representamos hoy, y a partir de ahí comenzamos a armar una planta completa para productos biotecnológicos. No sé si otra empresa se animaría a invertir en tecnología de punta, como esta.
Uno puede tener una plana gerencial, directiva o de accionistas muy capaz o bien desarrollada, pero si estas personas no saben transmitir y elegir buenos colaboradores, es imposible tener éxito. Más de una vez he dicho,
Siempre Lasca procuró cubrir áreas con mano de obra paraguaya, pues confiamos en el colaborador paraguayo y estamos convencidos de su capacidad de adaptarse a las necesidades, lo cual ha sido importante, por ejemplo, con los cambios exigidos para obtener ciertas certificaciones.
Así, hay trabajadores que iniciaron en líneas más básicas y luego fueron avanzando, gracias – más que a la formación académica – al convencimiento y al sentido de pertenencia. Es por esto que pudimos y podemos tener una calidad constante.
Confiamos en el colaborador paraguayo y estamos convencidos de su capacidad de adaptarse a las necesidades
También tiene que ver con la parte fundacional. El fundador siempre se preocupó por las necesidades de sus colaboradores, con el convencimiento de que todos debemos aferrarnos fuerte, unos a otros, y levantarnos juntos.
Lasca siempre fue una empresa solidaria. Actualmente, colaboramos con el cuerpo médico, con los farmacéuticos, de manera directa e indirecta, a veces a través de fundaciones o incluso de donaciones al Estado. Pero también con el público interno, que es donde primero debemos fortalecernos, para después poder ayudar afuera.
La filosofía fue siempre llegar hasta el último rincón del país, al último dispensario, para colaborar con la salud del Paraguay. A modo de ejemplo de nuestra inserción en las comunidades: tenemos agencias en los principales puntos del país, en Encarnación, en Coronel Oviedo, en Ciudad del Este y en Pedro Juan Caballero. Y la gente que trabaja en estas agencias tiene contacto directo con las personas de la zona, con los médicos, con los hospitales, farmacéuticos, etc.
Creo que existe una relación entre la tradición y la calidad. En los comienzos de la empresa, existía la creencia de que los productos paraguayos tenían menor calidad en comparación con otros de fuera; Lasca siempre buscó nivelarse con empresas extranjeras, rompiendo el pensamiento de que lo nacional era de inferior calidad.
Los productos, hechos con seriedad y calidad, se ganaron la confianza del cuerpo médico, farmacéutico, y del público en general. Es así que la gente sabe que la empresa se caracteriza por productos buenos, los cuales incluso cuentan con certificaciones internacionales.
Además, también está la experiencia personal: al tomar un producto nuestro, se pueden ver los resultados efectivos, lo que gana la confianza del consumidor y permite que este siga creyendo en la empresa.
En este momento de pandemia, pasamos momentos difíciles, ya que nuestra industria no paró ni un solo día y debimos concentrar esfuerzos para asegurar medidas de cuidado adicionales en los lugares de trabajo, aun cuando ciertas normas de higiene eran normales por el rubro propio de la empresa.
Fue necesario, por ejemplo, crear un sistema para poder acercar al laboratorio a los colaboradores que no contaban con vehículo propio y crear nuevos horarios de trabajo.
Veo, a pesar de los líos de la pandemia, grandes ventanas importantes para la exportación. Hay países con más problemas que nosotros, que nos piden socorro. Y estamos trabajando en eso actualmente.
En el área de biotecnología hay un techo ilimitado. También somos una de las empresas con licencia para elaborar productos con cannabis. Esa es otra de las posibilidades que tenemos como país, para la exportación, ya que apenas un porcentaje quedaría para el mercado local y uno mayor para el exterior. Aún hay muchas posibilidades de seguir creciendo, nos sentimos fuertes.
Mi padre decía que la empresa debe sobrevivirnos. Hoy, ya se encuentra la tercera y la cuarta generación iniciándose en el quehacer de la industria. Y esa es nuestra meta: que nosotros seamos pasajeros, y la empresa siga manteniéndose y creciendo.
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